Ricardo Martinelli, quien lideró Panamá entre 2009 y 2014 y actualmente se postula para un nuevo mandato a pesar de estar condenado a más de una década en prisión por cargos de blanqueo, ha encontrado refugio en la Embajada de Nicaragua en Panamá tras serle concedido asilo. La noticia, confirmada por su portavoz Luis Eduardo Camacho ante la sede diplomática, resuena con fuerza en el panorama político y judicial panameño.
El asilo fue otorgado por el Gobierno nicaragüense, que ya ha solicitado a Panamá el correspondiente salvoconducto para permitir la salida segura de Martinelli del país. Según Camacho, la decisión de buscar asilo se basó en alegaciones de que Martinelli es un perseguido político cuya vida estaría en riesgo bajo la administración actual del presidente Laurentino Cortizo.
Este sorprendente giro de eventos arroja luz sobre las tensiones y desafíos que enfrenta la política panameña, así como sobre las complejas dinámicas de asilo y protección que involucran a varios países de la región. La situación de Martinelli no solo plantea interrogantes sobre la justicia y la persecución política, sino que también pone de manifiesto las relaciones diplomáticas entre Panamá y Nicaragua, dos naciones que ahora se encuentran en el centro de esta controversia internacional.
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